Se acerca el Día de la Madre, esa que solo hay una y a la que todos cuidamos menos de lo que se merece. La que estaba a tu lado cuando siendo niño te ponías enfermo y la que hoy, cuando vas a verla, te prepara un tuper lleno de cosas ricas.

 

Cada madre es diferente, pero a todas, desde la más clásica a la más moderna, sin distinción,  hay cosas que les tocan la fibra y las llevan a situarte en el podio de los buenos hijos. Conviene recordarlas y, a ser posible, llevarlas a cabo, si no todas, al menos alguna.

 

Elogiar sus recetas en público. Ella mirará tímidamente a otro lado o le quitará importancia, incluso te regañará con la boca pequeña, pero por dentro estará en pleno éxtasis de amor maternal.

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Recordar a sus amigos.  Si vas con ella por la calle, os los encontráis, os paráis y… ¡te acuerdas de sus nombres y de quiénes son! Tu madre es elevada a un éxtasis místico y tú te ahorras toda esa explicación de: “Sí, hombre, Fulano, el hijo de Mengano y hermano de Zutano que trabajaba en…”.

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Repetir la comida. Si además de elogiar la comida, le pides repetir, tu madre sabrá que la vida tiene sentido, y te lo hará notar llenando el tuper a rebosar.

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Llamarla porque sí. Eso significa sin motivo: ni cuidar de los nietos, ni darte una receta, ni criticar a tu hermano, ni nada. Solo por saber cómo está. El 10 absoluto.

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Pedirle su opinión.  Aunque vayas a hacer lo contrario, a tu madre le hará sentir muy bien que quieras saber qué haría ella en una determinada situación. Y, quién sabe, tal vez vuestros criterios estén acercándose.

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Preguntarle por su infancia. Seguro que está llena de recuerdos que deben ser compartidos. Si te aburres, no olvides esto: Ella te ha escuchado a ti mil veces más.

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Poner su nombre a una de tus hijas.  Ya sabemos que esta es difícil de cumplir, y ellas también lo saben. Pero, si se da el caso, esa niña será la afortunada nieta predilecta de su tocaya.

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Pasar una tarde viendo álbumes familiares. Seguro que de pequeño eras como una bolita y a tu madre le encanta recordártelo. Para enmarcar.  

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Hacer cosas con tus hermanos. Si un día de comida familiar tu madre se entera que has estado de juerga un hasta las 7 am, montará en cólera. Pero si le dices que estabais todos los hermanos juntos, su rostro se dulcificará y, aunque disimule con una breve regañina, os mirará embelesada las caras resacosas todo el día.

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Arreglarte como a ella le gusta. Afeitado, bien perfumado, con la camisa impecablemente planchada o quizá con barba pero bien cuidada, y siempre limpio y saludable.

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Este domingo es una buena ocasión para poner en práctica cualquiera de estas pequeñas cosas. La más importante, decirle que la quieres y que, a pesar de que no eres un niño, la sigues necesitando. Porque puedes cumplir 20, 30, 50 años, pero para tu madre siempre seguirás siendo su niño. No lo olvides y disfrútalo junto a ella.

 

 

 

 

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